La Sierra de Albarracín se caracteriza por una gran variedad de materiales geológicos que abarcan desde la Era Primaria a la Cuaternaria. No todos ellos tiene relevancia a nivel mineral, sino solo los que se encuentran en torno a los cuatro afloramientos paleozoicos, macizo del Tremedal, Sierra Carbonera, Collado de la Plata y San Ginés-Sierra Menera, que es donde se concentran la casi totalidad de criaderos y minas de hierro, baritina, cobre, etc. que desde muy antiguo se explotaron hasta mediados del siglo pasado.
La minería tradicional
La minería tradicional en la Sierra de Albarracín estuvo ligada desde la antigüedad a la actividad siderúrgica de las ferrerías de horno bajo. Alrededor del excepcional criadero férrico de Sierra Menera que proporcionaba un abundante, barato y excelente mineral se establecieron las fábricas siderúrgicas. No fue el único criadero, hubo otros lugares de la sierra donde también se abrieron pozos de hierro para abastecer a las ferrerías más cercanas (Sierra del Tremedal, Carbonera, Collado de la Plata, etc.), pero eran menos productivos y se extraía un mineral de peor calidad, por lo que tenía que ser mezclado en la fundición con el de Sierra Menera. Las minas situadas en la Sierra de Albarracín estuvieron en funcionamiento todo el periodo medieval y parte del XVII, mientras las fábricas pudieron mantener controlados los costes de extracción y de transporte del mineral, pero a partir de ese siglo todas las minas acabaron cerrando, pues todas las fábricas funcionaban ya con el mineral arrancado en Sierra Menera que resultaba más económico.
Posteriormente, a mediados del siglo XIX, se produjo una “fiebre minera” que produjo una proliferación de nuevas explotaciones mineras. Sin embargo, estos proyectos fracasaron enseguida por la falta de rentabilidad, la caída del precio del mineral por la competencia entre compañías y la decadencia de las propias ferrerías tradicionales. Un definitivo episodio minero en la segunda mitad del siglo XX, ligado esta vez al suministro de hierro a los altos hornos de Sagunto, permitió abrir durante unos pocos años algunas minas en varias localidades como Bezas, Noguera, Torres y Orihuela del Tremedal.
La minería, un complemento a las rentas agropecuarias
La minería tradicional, como muchas de las actividades que se practicaban en la sierra, era un complemento de las economías agropecuarias, ya que permitía a las familias de pocos recursos obtener unos ingresos adicionales durante los meses de invierno. Era una práctica de origen medieval que permitía a los vecinos acudir al monte a excavar pozos y sacar el mineral de forma libre y autónoma para luego venderlo a las ferrerías. Con la abolición de los fueros, el Estado impuso, al igual que ya realizaba en Castilla, un mayor control fiscal sobre las explotaciones mineras, eliminando las explotaciones libres y otorgando grandes concesiones mineras a nobles y cortesanos para que administraran las minas mediante arrendamientos o compañías.
Mineros vascos
La actividad minera, del mismo modo que la siderúrgica, se desarrolló profesionalmente gracias a la llegada de emigrantes vascos. Pobres aldeanos que conocedores del oficio en su tierra se trasladaron a los criaderos de la sierra donde trabajaban y vivían durante largas temporadas a pie de mina con el objeto de mejorar su situación económica. A medida que avanzaron los tiempos y cesó la emigración, los mineros vascos fueron sustituidos en las explotaciones por trabajadores locales que adolecían de menor experiencia y escasa especialización.
La tecnología minera
La actividad minera comenzaba con el descubrimiento del mineral en superficie. Se abría una zanja o un pequeño pozo de extracción y en el caso de que la veta fuera rentable se ahondaba unos metros y se perforaban galerías en los laterales. Cuando las necesidades así lo exigían se ampliaban el número de pozos y los frentes de arranque para satisfacer el crecimiento de la demanda. Era un trabajo duro y sacrificado que precisaba de una gran fuerza física para manejar las herramientas manuales -mallos, barras, picos y cuñas-. En ocasiones utilizaban el empleo del fuego, una técnica minera muy antigua que hacía resquebrajar y romper la roca gracias a un calor intenso. La extracción del mineral se hacía manualmente mediante sacos o por medio de mulos si la anchura de la boca lo permitía. La minería tradicional se caracterizaba por un nivel tecnológico arcaico, carente de sistemas de planificación y seguridad, a la que se describía como “sin arte ni economía”. Eran muchos los problemas de carácter técnico a los que se tenían que enfrentar los mineros: aireación, drenaje de aguas, falta de entibación, extracción indiscriminada que provocaban derrumbes, hundimientos, etc. lo que propiciaba que los accidentes laborales y las muertes fueran frecuentes.